El nuevo mapa de la vida: ¿qué hacer con tantos años de vida extras?

por | Dic 6, 2021 | Espacios de Reflexión

La predicción de los demógrafos ya está aquí: hasta la mitad de los niños nacidos en el mundo desarrollado desde el año 2000 llegarán a los 100 años… o más. Lo que una vez era considerado un evento raro, las vidas de un siglo se convertirán en algo común para el 2050. Por supuesto, la casi duplicación de la esperanza de vida presenta una variedad de desafíos… en conjunto con un montón de oportunidades aún no aprovechadas.

En la medida en que sigamos viviendo nuestras vidas de acuerdo con las normas, instituciones y políticas basadas en vidas la mitad de largas que las que disfrutamos ahora, seguramente enfrentaremos una crisis. Sin embargo, si actuamos rápidamente para aplicar soluciones científicas y tecnológicas y cambiar la forma en que vivimos, los años adicionales pueden mejorar la calidad de vida en todas las edades.

UN NUEVO PLAN

En 2018, el Centro de Longevidad de Standford lanzó una iniciativa llamada “El Nuevo Mapa de la Vida”, basada en la premisa de que esta profunda transformación en la longevidad humana requiere cambios igualmente trascendentales y creativos en la forma en que llevamos 100 años de vida. 

En primer lugar, debemos reconocer que la diversidad de edades sin precedentes en la sociedad actual es un resultado neto positivo. La velocidad, la fuerza y ​​el entusiasmo por el descubrimiento común en los jóvenes, combinados con la inteligencia emocional, las tendencias prosociales y la sabiduría que prevalecen entre las personas mayores, crean nuevas posibilidades para las familias, las comunidades y los lugares de trabajo que no existían antes.

En lugar de preocuparnos tan ansiosamente por los costos incurridos por una sociedad “envejecida”, podemos medir y cosechar los notables dividendos de nuestro mundo cada vez más diverso

El proceso comienza invirtiendo en los niños de hoy, los futuros centenarios del siglo XXI. Los años cruciales entre el nacimiento y el jardín de infancia son un momento óptimo para que los niños adquieran muchas de las habilidades cognitivas, emocionales y sociales necesarias para una vida sana, feliz y activa. Más allá de la infancia, debemos invertir en salud pública en todas las etapas de la vida.

En lugar de la duración de la vida, deberíamos hacer de la duración de la salud -los años en que las personas están sanas, móviles, mentalmente agudas y libres de dolor- la nueva métrica para determinar cómo, cuándo y dónde asignar nuestros recursos.

Para asegurar que todas las personas obtengan estos beneficios, debemos invertir no sólo en un mejor acceso a la atención médica, sino también en la salud de las comunidades, especialmente aquellas afectadas por la pobreza, la discriminación y el daño ambiental.

REPENSAR EL TRABAJO

En el transcurso de una vida de 100 años, podemos trabajar 60 años o más. Pero no deberíamos trabajar como lo hacemos ahora, abarrotando semanas de 40 horas en vidas imposiblemente empaquetadas desde la mañana hasta la noche con la crianza de los hijos, la familia, el cuidado, la educación y otras obligaciones.

Los trabajadores buscan flexibilidad, ya sea que eso signifique trabajar desde casa a veces o tener rutas flexibles dentro y fuera del lugar de trabajo, incluidos intervalos remunerados y no remunerados para el cuidado, las necesidades de salud, el aprendizaje permanente y otras transiciones que se esperan a lo largo de vidas centenarias.

A medida que entramos y salimos de carreras y roles de la vida, también necesitaremos desarrollar flexibilidad en la forma en que aprendemos. En lugar de incluir la educación formal en las primeras 2 décadas de la vida, el Nuevo Mapa de la Vida prevé nuevas opciones de aprendizaje fuera de los límites de la educación formal, con personas de todas las edades capaces de adquirir los conocimientos que necesitan en cada etapa de sus vidas, y de acceder a ellos de una manera que se adapte a sus necesidades, intereses, habilidades, horarios y presupuestos.

No podemos ignorar el impacto del mundo físico que nos rodea. Los impactos del entorno físico comienzan antes del nacimiento, con ventajas y desventajas que se acumulan a lo largo de toda la vida, lo que determina la probabilidad de que una persona sea físicamente activa, si está aislada o comprometida socialmente y la probabilidad de que desarrolle obesidad, enfermedades respiratorias, cardiovasculares o neurodegenerativas.

COMUNIDADES LISTAS PARA LA LONGEVIDAD

Actualmente, la esperanza de vida individual en los Estados Unidos puede variar hasta en 20 años, dependiendo de dónde nazca y se críe una persona. Debemos comenzar ahora a diseñar y construir vecindarios que estén listos para la longevidad, y evaluar las inversiones potenciales a través de visión de larga vida, considerando no sólo la calidad de vida actual, sino el impacto de nuestros hogares y comunidades en nuestro yo futuro.

Por último, ¡todos debemos estar preparados para sorprendernos con el futuro del envejecimiento! Los niños y niñas de hoy crecerán en el mundo de mañana. Los avances médicos conducirán a tratamientos más efectivos y personalizados que los que experimentamos actualmente. El progreso en Inteligencia Artificial, conectividad ubicua de alta velocidad, materiales y fabricación promete rediseñar un mundo más flexible y equitativo.

Y aunque actualmente no hay forma de detener el proceso de envejecimiento, el campo emergente de la geociencia tiene el potencial de transformar la forma en que envejecemos, al buscar identificar y reprogramar los mecanismos genéticos y moleculares detrás del envejecimiento a nivel celular. Tales intervenciones reducirían simultáneamente el riesgo de una serie de enfermedades y afecciones degenerativas para las que la edad es el factor de riesgo dominante.

Hacer frente a los desafíos de la longevidad no es responsabilidad exclusiva de los gobiernos, los empleadores, los proveedores de atención médica o las compañías de seguros. Es una tarea que abarca todos los sectores, y que requiere las mejores ideas del sector privado, las autoridades, la medicina, la academia y la filantropía.

No es suficiente re-imaginar o repensar la sociedad para estar lista para la longevidad: debemos construirlo –y rápido. Las políticas e inversiones que emprendamos hoy determinarán cómo los jóvenes actuales se convertirán en los viejos del futuro, y si aprovechamos al máximo los 30 años adicionales de vida que nos han entregado.

Por Equipo Espacio Mutuo

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