Debemos aprender a pedir ayuda en el trabajo: las personas pueden ser más generosas de lo que creemos

por | Ene 16, 2021 | El Valor de Vincularse

“Hay que dar hasta que duela”, decía el Padre Hurtado. Y si bien es una lección muy valiosa, conocer los límites de tu generosidad y estar dispuesto a pedir la ayuda que necesitas es un aprendizaje igual de importante. A veces, todo lo que tienes que hacer es preguntar… Tanto así, que el doctor Wayne Baker escribió un libro con ese título (“Todo lo que tienes que hacer es preguntar”). 

Según su investigación, la mayoría de las personas entran a una singular categoría en el trabajo: son colegas excesivamente generosos. Aunque suena como una cualidad y no como un defecto, brindar ayuda a los demás, pero no pedir lo que uno mismo necesita puede tener consecuencias negativas en el desempeño laboral – incluso terminando en renuncias innecesarias

El problema es así: si eres tan generoso que terminas exhausto, estás agotando tu energía, tus recursos y tu capacidad de cumplir con tus propios compromisos. Y si además -por si fuera poco- no pides la ayuda que necesitas, estás desperdiciando las respuestas y los recursos que la gente con gusto compartiría contigo. 

¿La solución? Simple: aprender a pedir ayuda. Cuando buscamos ayuda -ya sea como individuo, equipo u organización- somos mejores en el aprendizaje y la resolución de problemas –más creativos, más eficientes, más satisfechos con lo que hacemos; menos estresados y agotados. Parecen matemáticas sencillas y, sin embargo, resulta complicado para gran parte de los empleados y empleadas de hoy en día. 

LOS OBSTÁCULOS DE PEDIR AYUDA

Aunque no lo creas, la clave no es recordarle a la gente que sea solidaria – te sorprendería lo generosas que son las personas al momento de prestar ayuda a los demás. El problema es otro: a las personas les resulta difícil pedir la ayuda que requieren. En el trabajo, las personas tienden a esperar hasta su último aliento para pedir la colaboración de sus colegas. ¿Por qué pasa esto? 

1. Somos demasiado autosuficientes. Tener confianza en tu capacidad para hacer las cosas por sí solo es motivador, pero quizás estás yendo demasiado lejos. A menudo, podemos ser mucho más eficientes y creativos si buscamos y pedimos aportes de otras personas. 

2. No queremos parecer débiles, ignorantes o incompetentes. Vemos en pedir ayuda un signo de debilidad, pero es nuestro deber cuestionar esa creencia. Las investigaciones sugieren que, siempre que hagas una solicitud racional, la gente pensará que eres incluso más competente, no menos.

3. Carecemos de seguridad psicológica. La seguridad psicológica significa que el lugar de trabajo es un espacio seguro para lo que Amy Edmonson denomina «toma de riesgos interpersonales». Eso significa que las personas se sienten seguras para hablar, admitir errores y pedir ayuda. Es mucho más fácil preguntar si alguien puede ayudarte si no tienes miedo de que te ridiculicen o te critiquen por hacerlo.

4. Asumimos que nadie puede ayudarnos. Sin embargo, numerosos estudios demuestran que la mayoría de las personas, incluso los extraños, están dispuestas a ayudar… pero tienes que preguntarles. No pueden ayudarte si no saben lo que necesitas.

5. No creemos que nos hayamos ganado el privilegio de pedir ayuda. Creemos -equivocadamente, claro- que hay que ayudar a los demás para ganarse el derecho de que nos devuelvan el favor. Pero si todos esperaran brindar ayuda antes de poder recibirla, no pasaría nada. Las solicitudes de ayuda impulsan el ciclo de dar-recibir. A corto plazo, puedes pedir más de lo que das. El objetivo a largo plazo es ser tan generoso como lo han sido los demás contigo. 

6. No queremos parecer egoístas. Mientras ayudes a los demás tanto como pidas lo que necesitas, todo estará bien. Si tienes dificultades para pedir, busca oportunidades para ayudar. Y recuerda: pedir lo que necesitas es una fortaleza, no una debilidad.

CÓMO PEDIR AYUDA (DE MANERA CONSIDERADA)

Otra gran razón por la que las personas no piden ayuda es porque no saben qué pedir, o cómo pedirlo. A lo largo de años de investigación, consultoría y enseñanza, se han desarrollado una serie de prácticas y pautas para ayudar con este problema. 

1. DESCIFRA TU OBJETIVO

Date el tiempo para prepararte cuidadosamente y pensar en lo que estás tratando de lograr o en la meta que estás tratando de alcanzar.

Una vez que sepas exactamente qué es eso, puedes averiguar qué recurso particular necesitas. Aquí, te conviene pensar de manera amplia: lo que buscas puede ser información, recursos financieros, una conexión, consejos de expertos, recomendaciones, voluntarios, materiales o cualquier otra cosa que necesites.

Para ganar claridad en tus deseos, intenta completar estas oraciones:

  • Actualmente estoy trabajando en … y me vendría bien ayuda para …
  • Estoy luchando por … y me beneficiaría de …
  • Mi mayor esperanza es … y necesito …

Al hacerlo, tendrás una idea concreta de lo que estás tratando de lograr, por qué y los recursos que necesitas. Y quién sabe, completar estas declaraciones puede llegar a convertirse en una práctica diaria de tu rutina laboral. 

2. SÉ INTELIGENTE (“SMART”)

Para realizar una solicitud eficaz y poderosa, sigue los criterios SMART (“inteligente” en inglés):

Específico (“specific”). Pedir algo específico provoca que las personas recuerden lo que saben y a quién conocen. Una solicitud general no lo hace. Cuanto más específica sea tu solicitud, más eficaz será.

Significativo (“meaningful”). Incluye por qué realizas esta solicitud. La gente suele omitir esto, pero es la parte más importante de los criterios SMART. ¿Por qué necesitas ese recurso en particular? ¿Qué estás intentando lograr? Supón, por ejemplo, que dijiste simplemente: «Necesito algunos voluntarios para revisar un informe por mí». Esto no indica por qué la solicitud es importante y significativa. Una solicitud más sólida sería: “Estoy desarrollando un informe del trimestral para el equipo de gestión. El objetivo es proporcionar métricas precisas, oportunas y procesables sobre nuestro progreso. Necesito de 3 a 5 personas que puedan dedicar aproximadamente una hora a revisar el nuevo informe y proporcionar comentarios en los próximos 5 días hábiles. ¿Serías voluntario?”.

Acción (“action”). Pide que se realice algo, en lugar de replantear tu objetivo o el por qué de tu solicitud. En el ejemplo anterior, la acción consiste en personas que se ofrecen como voluntarias y luego revisan y brindan comentarios. El simple hecho de decir “Necesito que algunos voluntarios revisen un informe por mí” no proporciona suficiente información sobre las acciones necesarias.

Realista (“realistic”). Está bien que las personas que hagan solicitudes exageradas, pero deben estar dentro del ámbito de las posibilidades.

Tiempo (“time”). Mencionar una fecha límite específica es mucho mejor que una general. Si tu solicitud es urgente, dilo. La urgencia motivará a la gente a responder.

PREGÚNTALE A LA GENTE CORRECTA

Cuando necesitamos ayuda, tendemos a pensar en las mismas personas: el jefe o compañero de trabajo, nuestros amigos o alguien de nuestra familia o comunidad local. Pero es útil pensar más allá de los “sospechosos de siempre”.

En lugar de preguntarle a alguien que pueda tener el recurso que necesitas, puedes preguntarle a alguien que conozca a otra persona que tenga el recurso – llámalo «el método de dos pasos». Incluso si no sabes quién es el experto, es posible que conozcas a alguien que probablemente sí lo sepa – el método de dos pasos amplía tu alcance.

Otro grupo de personas que a menudo pasamos por alto son los “lazos dormidos”, aquellas relaciones que tuvimos en el pasado. Podemos ser reacios a pedir ayuda y asistencia a un lazo inactivo porque creemos que no serían receptivos… pero la investigación sugiere que nuestras conexiones inactivas están encantadas de saber de nosotros y quieren ayudar. Estos contactos son fuentes importantes de ayuda porque nuestras vidas han ido en diferentes direcciones, y ahora saben cosas y conocen a personas que son muy diferentes de lo que nosotros conocemos. 

También puedes transmitir tu solicitud a una comunidad muy grande mediante el uso de las redes sociales o una aplicación móvil como Givitas, desarrollada para brindar un lugar seguro para que las personas pidan y brinden ayuda, consejos, información y conocimiento. Varias comunidades de Givitas de acceso abierto están disponibles para que cualquiera pueda unirse.

Entonces, ¿es recomendable dar hasta que duela? Quizás sea mejor dar que recibir, pero para ser realmente eficiente y productivo en el trabajo, la solución es un equilibrio perfecto: dar y recibir ayuda por igual. Después de todo, no se da sin recibir, y es la pregunta inicial la que impulsa todo el ciclo. Pedir, dar y recibir hacen girar la rueda de la reciprocidad. ¿Qué esperas?

Por Equipo Espacio Mutuo

Mutual de Seguridad

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